50 artistas locales nos obsequian esta composición de arte público, en la cual se plasma una muestra de la riqueza creativa unida por la muerte festiva, como patrimonio intangible, que da sentido a las culturas mestizas contemporáneas, y al mismo tiempo recuperan el discurso impregnado históricamente en este muro de calaveras erigido en 1898 y en riesgo de perderse en el olvido
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